A los 43 años, Roque Santa Cruz no solo desafía al tiempo con su vigencia en las canchas, sino también con su memoria afectiva intacta. El delantero paraguayo compartió recientemente una imagen que removió emociones entre los fanáticos, una cena con varios ex compañeros de la histórica selección albirroja que brilló en el Mundial de Sudáfrica 2010.
Con una sonrisa serena y palabras cargadas de gratitud, Roque escribió que este tipo de encuentros “es lo más lindo que te deja el fútbol”, dejando ver que para él, más allá de los goles, el verdadero tesoro está en los vínculos forjados.
En la imagen, rodeados de anécdotas y copas de vino, se reconocen figuras que hace más de una década hicieron vibrar a un país entero. Sin embargo, hay un detalle que no pasó desapercibido, entre todos los presentes, dos aún desafían las reglas del retiro. Roque y su viejo socio de ataque, Óscar “Tacuara” Cardozo, hoy compañeros en Libertad, siguen sumando goles y minutos como si el tiempo jugara a favor de ellos. Cardozo, con 41 años, continúa demostrando que la experiencia, bien administrada, puede ser tan peligrosa como la juventud.
Más que una simple reunión de ex futbolistas, la cena fue un símbolo. Representa una generación que marcó una época dorada para el fútbol paraguayo y que, aún hoy, sigue dejando huella. En un mundo donde las carreras deportivas suelen ser fugaces, lo de Roque y Tacuara es un caso excepcional: jugadores que no solo se resisten a colgar los botines, sino que lo hacen con dignidad, calidad y, sobre todo, pasión.